domingo, 7 de junio de 2009

Baila lento

Alguna vez has visto a los niños jugando? ¿O escuchado el chisporroteo de la lluvia en el suelo? ¿Alguna vez seguido a una mariposa en su errático vuelo? ¿U observado al sol desvaneciéndose en la noche?

Mejor detente.

No bailes tan de prisa.

El tiempo es corto.

La música no durará. ¿Pasas cada día en el vuelo?

Cuando te preguntas “¿Quién eres?”

¿Escuchas la respuesta?

Cuando el día acaba,

¿te recuestas en tu cama con los siguientes cien coros corriendo por tu cabeza?

Mejor detente.

No bailes tan de prisa.

El tiempo es corto.

La música no durará.

¿Alguna vez le has dicho a tu niño: “lo haremos mañana”, y en tu apatía, no vez su tristeza?

¿Alguna vez has perdido el tacto, dejado a algún buen amigo morir porque jamás tuviste tiempo para llamar y decir “Hola”?

Mejor detente.

No bailes tan de prisa.

El tiempo es corto.

La música no durará.

Cuando corres demasiado rápido para llegar a alguna parte,

te pierdes la mitad de la diversión de llegar ahí.

Cuando te preocupas y te apuras durante el día,

es como un regalo sin abrir…. tirado a la basura….

La vida no es una carrera,

se toma un poco más lentamente,

escucha la música, detente

antes de que la canción termine.

TU ERES EL RESULTADO DE TI MISMO



No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie porque
fundamentalmente Tu has hecho tu vida.
Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de
acusarte en el fracaso para volver a empezar, corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error.
Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu
mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas
según la voluntad o fortaleza de tu corazón.
No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfrenta con
valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos y
la prueba que has de ganar.
No te amargues con tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate
ahora o seguirás justificándote como un niño, recuerda que cualquier
momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para
claudicar.
Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu
fracaso.
Si Tú has sido el ignorante, el irresponsable, Tú únicamente Tú, nadie
pudo haberlo sido por ti.
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu

futuro es tu presente.
Aprende de los fuertes, de los audaces, imita a los violentos, a los
enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes

vencieron a pesar de todo.
Piensa menos en tus problemas y mas en tu trabajo y tus problemas sin
alimento morirán Aprende a nacer del dolor y a ser mas grande, que es el

mas grande de los obstáculos.
Mírate en el espejo de ti mismo.
Comienza a ser sincero contigo mismo reconociéndote por tu valor, por tu

voluntad y por tu debilidad para justificarte.
Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo,
reconociéndote a ti mismo, mas libre y fuerte, y dejaras de ser un
títere de las circunstancias, porque Tu mismo eres el destino y nadie
puede sustituirte en la construcción de tu destino.
Levántate y mira por las montañas y respira la luz del amanecer.
Tu eres parte de la fuerza de la vida.
Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los
fracasados.

(Pablo Neruda)

sábado, 16 de mayo de 2009

Oda al gato

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.


Pablo Neruda.


jueves, 14 de mayo de 2009

La luz y las pupilas

Al apagarse al luz familiar y al entrar bruscamente en la noche del camino, la oscuridad nos parece abrumadoramente espesa. Uno llega a creer que en la noche no hay nada de luz. Uno sabe por intuición y por memoria, de la existencia de las cosas, de los árboles, de los charcos del camino. Pero en ese momento, en el tiempo de transición, todas las cosas carecen de realidad y confunden sus formas en esa carencia absoluta de luz.

Es entonces cuando la mirada busca instintivamente el cielo. Porque el hombre lleva metida hasta en su sangre la verdad de la relación entre luz y cielo. Pero hay veces en que el cielo está nublado. Y cuando el cielo está nublado, todo se ve más oscuro. Y sin embargo nuestros ojos rastrean el cielo, tratando de tomarlo al menos como fondo sobre el que se pueden distinguir las formas borrosas de los árboles y de las cosas de dimensiones mayores.

Frente a lo espeso de la oscuridad, nuestros ojos buscan al menos el borroso contorno de los objetos familiares como punto de referencia. Y en esa búsqueda de las cosas con el cielo como trasfondo, poco a poco nuestras pupilas se van dilatando. Se va despertando en nosotros esa capacidad adormecida de percibir la gran luminosidad adormecida en de percibir la gran luminosidad difusa en toda noche. Al rato uno se sorprende del aumento de luz. Y tal vez lo único que ha sucedido, es que ha aumentado nuestra capacidad de percibirla. Y con ello las cosas van recuperando su concreta realidad, y nosotros la alegría y libertad de movernos entre ellas.